En el velatorio por un amigo que se nos ha
ido, he podido ver diferentes caras de un mismo dolor. Todos rotos, todos con
lágrimas en los ojos, pero cada uno a su manera,
La madre llora con un hipo que le sale del
alma. Se acerca al cristal que le separa de su querido hijo y no puede creer lo
que está viendo. No entiende que tenga que estar velando el cuerpo del niño que
hace cuarenta y cuatro años trajo a este mundo cuando la ley natural dice que
tendría que ser al revés. Es un dolor que nace en lo más profundo de las
entrañas que durante un tiempo le acogieron y se aparta como queriendo no ver
lo que es una realidad. Pronto dejará de ver la cara de su hijo para siempre y nunca,
nunca volverá a sonreír de la misma manera porque las madres que pierden un
hijo pierden un trozo de las ganas de vivir.
La mujer que busca el abrazo de los amigos que
se le acercan y se aprieta a ellos como
si el contacto estrecho le brindase un poco de calma a ese dolor tan
inhumano que siente. Habla rápido y agita las manos a la vez. Las dos palabras
que más repite son "no se" . Porque no sabe, no entiende como se ha
podido ir su compañero del alma, su amigo, su amante, su media vida. No sabe
cómo va a hacer para seguir adelante sin él. Sin su compañía diaria. A quien le
va a contar lo que le ha pasado en el trabajo, con quien va a celebrar las
alegrías de sus hijos, con quien va a discutir por cualquier tontería. Han
pasado más tiempo de vida juntos que separados. No sabe , no entiende.
El hijo que llora desconsolado y sin
pronunciar palabra, adivinas lo que está pensando con sólo verle el gesto ¿Por
qué? . El va a tener que atesorar los recuerdos que tiene de su padre y vivir
con ellos porque es lo que le queda. Ha tenido la suerte de pasar casi
ventitres años junto a su padre, y aunque sean pocos, son más de los que ha
podido disfrutar su hermano. Un hermano más pequeño al que tendrá que contarle
muchas cosas en los años que vienen. Porque él ya es un hombre y tiene en su
memoria todas las vivencias bien
asentadas y el hermano es todavía un niño y puede que algunas cosas se diluyan
en el tiempo.
La hermana trata se mantenerse fuerte ante el
drama que está viviendo pero está rota por dentro. Se ha ido un cachito de ella
misma y el dolor le deja sin palabras. Se le pierde la mirada y puedes ver que
está pensando en su querido hermano por las lágrimas silenciosas que le caen
por las mejillas. Toda la vida juntos. Montañas de recuerdos. De risas y de peleas.
De empujones y de abrazos. Hermanos.
Los amigos lloran y repiten todos las mismas
palabras : "Es increíble" . Por que ninguno podemos creer que ése
amigo al que apenas acabábamos de ver se ha ido. Queremos saber que ha pasado.
Queremos que nos expliquen lo que no tiene explicación. La vida es así y no hay
que darle más vueltas. Pero no lo aceptamos y el enfado se nos mezcla con la
incredulidad y el dolor. Y de todo eso brotan lágrimas que nadie puede ni
quiere contener.
Son distinto los dolores y a la vez iguales.
De distinta intensidad , por supuesto, pero difíciles de soportar. Sólo el
tiempo lo va calmando aunque nunca llegas a la aceptación.
Ya te echamos de menos Joserra.
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