miércoles, 7 de diciembre de 2011

SHAKESPEARE ESTABA EQUIVOCADO



Los celos no son un monstruo de ojos verdes, para nada. Y la envidia, que probablemente sea la hermana mayor de éstos, mucho menos. Y si es de color verde, será porque esta hecha de bilis. Una bilis repugnante y amarga que sube por la garganta de quien la sufre y les llena la boca de la misma fetidez que les inunda el corazón.

Los envidiosos son gente insatisfecha que en lugar de disfrutar con lo que la vida les ofrece y luchar por lo que desean, se refugian en sus cuevas a maquinar como hacer daño a los que envidian y a regodearse pensando en lo injusta que es la vida con ellos por no darles tanto como a los demás.

En lugar de valorar su felicidad, sus bienes materiales o personales, ansían siempre lo que poseen los otros, sea lo que sea. Nunca tienen suficiente y no se dan cuenta de que es precisamente ésa envidia la que les ciega e impide crecer y desarrollarse como personas y dar todo lo que podrían de si mismos hasta alcanzar sus deseos.
La envidia les hiela el corazón hasta el punto de emanar un frío helador, tan gélido que es capaz de marchitar hasta la flor más bonita.


2 comentarios:

  1. Describes muy bien la envidia así que la habrás sentido. Hay muchísimos envidiosos y lo malo no es que los haya, sino que no paran hasta hacer daño. Por eso hay que huir de ellos como de la peste. No tienen solución, serán infelices toda la vida y nunca estarán contentos.

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  2. Gracias por el comentario. No he sentido la envidia, afortunadamente, pero si la he sufrido y la sufro.
    Un saludo.

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