miércoles, 26 de octubre de 2011

COSTUMBRES MAÑANERAS

No hace mucho que contaba las aventuras nocturnas de mi santa madre en mi FB. Pues ahora me apetece comentar las costumbres mañaneras de mi amiga del alma. Costumbres de las que he podido "disfrutar" el pasado fin de semana que pasamos en Sevilla.

Resulta que la mujer tiene el despertador incrustado en alguna parte del cerebro y programado para madrugar aunque esté disfrutando de un merecido descanso y alrededor de las ocho y media de la mañana se le abren los ojos y ¡hasta luego Lucas!.

En cuanto se despertaba, se levantaba para abrir el balcón porque hacía calor en la habitación y había que refrescar el ambiente. A continuación, iba al cuarto de baño a hacer el consabido pis mañanero y me deleitaba con el soniquete de la cisterna cuando mis sentidos aún estaban a medio camino entre el más allá y el más acá.

Vuelta a la cama pero eso si, colocando las sábanas, ris-ras, ris-ras. Dos suspiros y un par de saltitos en el colchón para coger postura. Mientras tanto, yo iba volviendo a la realidad con la matraca que los camareros del bar de abajo me iban dando mientras colocaban las sillas para la terraza. Ellos no podían colocarlas delicadamente en atención a la hora, no, las arrrraaastraban como pensando que si ellos estaban currando, allí no dormía ni Chus. Cómo mi querida amiga había dejado la puerta del balcón abierta, todos los sonidos del exterior me entraban directamente por el pabellón auditivo e iban llegando al cerebro donde hacían cola pacientemente para ser procesados e interpretados porque a primera hora y sin café, yo no doy para mucho.

Cuando la pobre se cansaba de ver que yo seguía con los ojos cerrados a pesar de los ruidos, se levantaba y volvía al baño, calzando las chanclas, clack-clack-clack, y se entretenía, con el secador y el cepillo, en colocarse las puntas del pelo. Yo, que poco a poco me reincorporaba a este mundo, iba pillando la indirecta y me levantaba para preparar mis cosas y ducharme lo más rápidamente posible porque, una vez levantada, necesito una café doble a la voz de ya.

A pesar de que ella se duchaba por las noches con lo cual necesitaba menos tiempo por las mañanas, yo me duchaba, me vestía y cogía las cuatro cosas que iba a llevar a la calle y estaba junto a la puerta lista para salir disparada en busca de mi mega-dosis de cafeína y la niña los peines todavía estaba organizando el bolso y encima protestando porque le metía prisa y así no podía ser.

¡Nosotras somos así!

Una vez listas, a la calle a patear Sevilla y aqui os dejo una cancioncilla que escuchamos en una tienda y que, aunque se que me durará dos días, me tiene, enganchaíta:


Y como dice la canción, aprovechad la vida que es un momento!

DE MOMENTO

LOS ATLANTICOS

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