jueves, 6 de octubre de 2011

¿ESTAMOS EN VEROÑO O EN OTORANO?


Pues estamos en ése periodo de tiempo que transcurre entre que termina el buen tiempo y empieza el malo y nos tiene más despistados que un perro de caza en una reunión de vendedoras de Avón. Son ésos días en que, en venticuatro horas pasas de sudar a sentir fresco varias veces y la Couldina o Frenadol o lo que sea que usemos para combatir los resfriados, se convierten en el cóctel imprescindible cada ocho horas.

Hoy he vuelto a ver la estampa que, no por vista todos los años, deja de parecerme curiosa. En el mismo andén del metro, a poca distancia, esperaban la llegada de los vagones dos mujeres. Una llevaba camiseta rosa de manga corta, falda vaquera hasta las rodillas y bailarinas. La otra, pantalón beige, camisa blanca de manga larga, chaqueta camel con cinturón, no sabría decir de que tejido pero era gordito y zapatos marrones, cerraditos, ya de entretiempo, que decía mi abuela. Osea, una de pleno verano, la otra bastante más abrigada. Demasiado, diría yo. Como dato añadido diré que yo he salido de casa con sol y he llegado remojada como un pollo.

Y es que estamos en ése momento en que algunas no quieren renunciar al buen tiempo y prefieren arriesgar un poco, salir de casa con la ropa de verano y pasar un poco de fresco si se tuercen las cosas y otras, que están hartas del sol, de ésa bofetada de calor que sientes en la cara cuando sales del portal en los días en que Lorenzo se aplica a fondo y necesitan un poquito de frescura . O simplemente se han comprado algún modelito nuevo para la temporada y no pueden esperar a ponérselo.

Lo que me pasa a mi es que por una parte, estoy cansada del calor, la verdad. Pero también es cierto que cuando te despiertas y ves un día claro y luminoso, te apetece hacer más cosas, ir a más sitios. No se, tienes más energía. Abres las ventanas, dejas que entre la luz y el frescor de la mañana muy, muy temprano, es una sensación maravillosa.

Por otro lado, los días de invierno tienen mucho encanto. ¿Hay algo más agradable que estar sentado en un butacón tapada con una manta suave, leyendo un libro o viendo una peli, con un cafecito o con unas pipas o lo que mas nos guste? Y si encima fuera está cayendo la mundial y puedes oír la lluvia golpeando los cristales, éso ya es el paraíso. (No voy a comentar cuando hay que salir a trabajar a las siete de la mañana y hace un día de perros porque me cargo la escena anterior.)

En fin, el paso de las estaciones es algo contra lo que no se puede luchar. Vienen una detrás de otra, siempre en el mismo orden, sin fallar. Ojalá todo en esta vida fuera tan predecible como que tras el verano viene el otoño,¿ o no? .

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