Nos disponíamos a entrar en los Reales Alcázares de Sevilla mi amiga y yo, cuando nos abordó una mujer morena, menuda y muy resuelta, que según nos explicó a nosotras y a otras cuantas personas que, no se cómo, se apañó para juntar en un momento, era una de las dos guías oficiales de Sevilla. Por cinco euros, uno más que los auriculares ésos que te lo explican en varios idiomas, ella, doctorada por la Universidad de Sevilla, nos lo iba a explicar todo, todo, todo. Y doy fe de que así fue. Bueno, eso creo.
Nos tuvo esperando mansamente sentados debajo de un arbusto que ella llamaba "Dama de la noche," o algo así, hasta que juntó veinte almas dispuestas a seguir atentas sus explicaciones sobre los RR.AA. La verdad es que muy mansos nos estábamos y logró reunir el número justo que a ella le compensaba económicamente la charleta, medio segundo antes de que entráramos por nuestra cuenta, hartas ya de la sentada junto a la Dama de las narices.
Allá que arrancamos toda la tropa con la doctorada al frente comenzando la visita con la información de que los RR.AA. no pertenecen a la Junta de Andalucia. "¡ Noooo señores, los RR.AA. son corona. Nos pertenecen a todos!" . Decía ella levantando el índice para dejarlo bien clarito. Y a lo largo de la visita mencionó lo de la corona tantas veces, que yo esperaba ver aparecer en cualquier momento a alguna de las infantas en babuchas con una taza de café en una mano y el periódico dobladito bajo el brazo, camino del baño para hacer sus reales necesidades. Pues, como en casa ¿no?.
Fuimos recorriendo las diferentes estancias, patios y jardines y escuchábamos más o menos atentos sus explicaciones. A mi me llamó mucho la atención un momento en que, en una de las estancias, nos contó que un rey, no recuerdo cual, se llevó la culpa por algo, no recuerdo qué, y ha tenido que pasar tiempo para que se reconociese el error. La guía incluso inclinaba la cabeza y parecía sinceramente apesadumbrada cuando contaba la injusticia cometida contra ése rey. Pido públicamente perdón por no haber prestado atención a la historia pero que conste que mientras yo sacaba fotos a mi amiga y ella a mi, unos se retorcían por el suelo para sacar el techo desde los mejores ángulos posibles y otros asentían a las explicaciones pero con el piloto automático puesto, porque ya llevábamos un buen rato de visita y aquella mujer soltaba información como un AK47 proyectiles, ra-ta-ta-ta-ta-ta... y así no hay manera. De todas maneras,¡a ver si encuentro en Google, quién fue ése rey y qué le pasó! Por que me ha quedado una cosilla... como un sentimiento de culpabilidad, psshh, que tontería..
En un momento dado y en otro punto de los RR.AA., la buena mujer preguntó:
--- ¿Quien quiere sacar una foto a la única cruz griega que hay aquí?.-- Y claro, todos como idiotas, levantando la mano. En un friso de azulejos que había en la pared justo donde estábamos, nos señaló la cruz que formaban los dibujos de los azulejos, recalcando que era griega, no cristiana y dijo:
-- " Ea, los que no van a sacar la foto , venirse hacía acá"-- y se quedó más ancha que larga.
Allí nos quedamos mi amiga y yo mirando junto a los otros tontos del haba, cámara en mano, inclinando la cabeza primero a la derecha y luego a la izquierda. Todos decían que veían la dichosa cruz pero me juego un café a que estaban más perdidos que yo. Cuando le pregunté a mi amiga me dice:
--"Si mira, ¿el azulejo verde? Pues dos a la derecha, dos a la izquierda, luego para arriba y para abajo.
Así, con un par, otra que se quedó tan pichi con la explicación.
--" ¿Pero que tiene éso de cruz griega? Si éso es una cruz normal-- Le digo yo, sin sacar foto porque no me da la gana de que me vacilen.
--" Ya"-- Dice ella-- " Venga vamos, joer que paliza nos está metiendo"--- y se da media vuelta para seguir al grupo que ya pasaba de la cruz e iba detrás de la guia a otra cosa mariposa.
--" Ya te digo, ponte ahí, que te saco otra" .
Entramos en una estancia rectangular y la guía se colocó en un extremo con el rebaño a ambos lados .Al frente, en la parte más lejana había una entrada-salida en forma de arco sin nada especial y en la pared que quedaba a nuestra derecha, había una magnífica puerta con un arco muy trabajado con motivos árabes, persas, etc. (¿Qué pensábais, que no había escuchado nada?) Bueno pues nos tuvo unos segundos mirando el panorama, sin más y de repente dijo:
--"Mirad el muro"-- . Yo me giré hacia mi amiga que estaba acongojada contra la pared, como cuando en clase te escondes en la última fila para que no te pregunte el profesor, y le pregunté con cara de sincero alucine:
--"¿Qué muro?-- Eso fue suficiente para que a mi pobre compañera de fatigas que ya estaba hasta el gorro de las explicaciones, le entrara esa risa floja que te dobla las rodillas y que no puedes parar pero que, si me pasa a mi me hubiesen oído hasta en lo alto la Giralda, sin embargo ella controló como buenamente pudo como persona educada y prudente que es. Voy a adjuntar a continuación una foto y vosotros decidís si es un muro o una entrada o puerta o arco pero que muy bien trabajado. ¡Vamos hombre! De muro nada.
--" Ahí tienen Vds. una estrella de yoooo que se cuantíííísimas puntas. Ni se sabe ¿La ven Vds. ? "-- Soltó a continuación. Todos mirando con atención pero yo juro, por el dolor de mi menisco roto, que a pesar de los "sss" y cabeceos que se oían y se veían, mi amiga y yo no éramos las únicas que no veíamos la puñetera estrella. Mucho disimular como los alumnos pelotas con la profe pero la peña estaba más perdida que Rambo en una reunión anual de aficionadas al punto de cruz. Por cierto, si alguien ve la estrella en la foto, mi amiga y yo agradeceremos nos lo indique.
La mujer sabía de lo que hablaba y ponía todo su empeño, eso vaya por delante, pero no todos los que nos apuntamos a ésas visitas guiadas estamos tan preparados para tantos detalles en tan poco tiempo. Un ejemplo, mi amiga terminó tan saturada,como yo, que en la Maestranza, en cuanto vio que la visita era obligatoriamente con guía durante cuarenta y cinco minutos, salió más rápido que algún torero famoso en una de sus "espantás". Si nos hubieran dejado hacerla solas...y éso que a nosotras los toros, como que no.
La visita tocó a su fin y lo cierto es que los Reales Alcázares son una maravilla que merece la pena ser vista, con o sin guía. Que a mi me gusta disfrutar de los sitios por su belleza o por lo que me transmitan o me hagan sentir en el momento, aunque no conozca su historia a fondo. De allí me llevé la sensación de me gustaría recorrerlo otra vez pero con tranquilidad. Dejando que el silencio y mi imaginación me cuenten lo que quieran.
Aqui cuento mis experiencias, mis opiniones y mis ocurrencias. Difícil clasificar éste blog porque toca muchos temas diferentes, tantos como vivencias y situaciones se nos cruzan a diario y nos dejan una señal. Espero que guste y entretenga.
domingo, 30 de octubre de 2011
miércoles, 26 de octubre de 2011
COSTUMBRES MAÑANERAS
No hace mucho que contaba las aventuras nocturnas de mi santa madre en mi FB. Pues ahora me apetece comentar las costumbres mañaneras de mi amiga del alma. Costumbres de las que he podido "disfrutar" el pasado fin de semana que pasamos en Sevilla.
Resulta que la mujer tiene el despertador incrustado en alguna parte del cerebro y programado para madrugar aunque esté disfrutando de un merecido descanso y alrededor de las ocho y media de la mañana se le abren los ojos y ¡hasta luego Lucas!.
En cuanto se despertaba, se levantaba para abrir el balcón porque hacía calor en la habitación y había que refrescar el ambiente. A continuación, iba al cuarto de baño a hacer el consabido pis mañanero y me deleitaba con el soniquete de la cisterna cuando mis sentidos aún estaban a medio camino entre el más allá y el más acá.
Vuelta a la cama pero eso si, colocando las sábanas, ris-ras, ris-ras. Dos suspiros y un par de saltitos en el colchón para coger postura. Mientras tanto, yo iba volviendo a la realidad con la matraca que los camareros del bar de abajo me iban dando mientras colocaban las sillas para la terraza. Ellos no podían colocarlas delicadamente en atención a la hora, no, las arrrraaastraban como pensando que si ellos estaban currando, allí no dormía ni Chus. Cómo mi querida amiga había dejado la puerta del balcón abierta, todos los sonidos del exterior me entraban directamente por el pabellón auditivo e iban llegando al cerebro donde hacían cola pacientemente para ser procesados e interpretados porque a primera hora y sin café, yo no doy para mucho.
Cuando la pobre se cansaba de ver que yo seguía con los ojos cerrados a pesar de los ruidos, se levantaba y volvía al baño, calzando las chanclas, clack-clack-clack, y se entretenía, con el secador y el cepillo, en colocarse las puntas del pelo. Yo, que poco a poco me reincorporaba a este mundo, iba pillando la indirecta y me levantaba para preparar mis cosas y ducharme lo más rápidamente posible porque, una vez levantada, necesito una café doble a la voz de ya.
A pesar de que ella se duchaba por las noches con lo cual necesitaba menos tiempo por las mañanas, yo me duchaba, me vestía y cogía las cuatro cosas que iba a llevar a la calle y estaba junto a la puerta lista para salir disparada en busca de mi mega-dosis de cafeína y la niña los peines todavía estaba organizando el bolso y encima protestando porque le metía prisa y así no podía ser.
¡Nosotras somos así!
Una vez listas, a la calle a patear Sevilla y aqui os dejo una cancioncilla que escuchamos en una tienda y que, aunque se que me durará dos días, me tiene, enganchaíta:
Resulta que la mujer tiene el despertador incrustado en alguna parte del cerebro y programado para madrugar aunque esté disfrutando de un merecido descanso y alrededor de las ocho y media de la mañana se le abren los ojos y ¡hasta luego Lucas!.
En cuanto se despertaba, se levantaba para abrir el balcón porque hacía calor en la habitación y había que refrescar el ambiente. A continuación, iba al cuarto de baño a hacer el consabido pis mañanero y me deleitaba con el soniquete de la cisterna cuando mis sentidos aún estaban a medio camino entre el más allá y el más acá.
Vuelta a la cama pero eso si, colocando las sábanas, ris-ras, ris-ras. Dos suspiros y un par de saltitos en el colchón para coger postura. Mientras tanto, yo iba volviendo a la realidad con la matraca que los camareros del bar de abajo me iban dando mientras colocaban las sillas para la terraza. Ellos no podían colocarlas delicadamente en atención a la hora, no, las arrrraaastraban como pensando que si ellos estaban currando, allí no dormía ni Chus. Cómo mi querida amiga había dejado la puerta del balcón abierta, todos los sonidos del exterior me entraban directamente por el pabellón auditivo e iban llegando al cerebro donde hacían cola pacientemente para ser procesados e interpretados porque a primera hora y sin café, yo no doy para mucho.
Cuando la pobre se cansaba de ver que yo seguía con los ojos cerrados a pesar de los ruidos, se levantaba y volvía al baño, calzando las chanclas, clack-clack-clack, y se entretenía, con el secador y el cepillo, en colocarse las puntas del pelo. Yo, que poco a poco me reincorporaba a este mundo, iba pillando la indirecta y me levantaba para preparar mis cosas y ducharme lo más rápidamente posible porque, una vez levantada, necesito una café doble a la voz de ya.
A pesar de que ella se duchaba por las noches con lo cual necesitaba menos tiempo por las mañanas, yo me duchaba, me vestía y cogía las cuatro cosas que iba a llevar a la calle y estaba junto a la puerta lista para salir disparada en busca de mi mega-dosis de cafeína y la niña los peines todavía estaba organizando el bolso y encima protestando porque le metía prisa y así no podía ser.
¡Nosotras somos así!
Una vez listas, a la calle a patear Sevilla y aqui os dejo una cancioncilla que escuchamos en una tienda y que, aunque se que me durará dos días, me tiene, enganchaíta:
Y como dice la canción, aprovechad la vida que es un momento!
DE MOMENTO
LOS ATLANTICOS
martes, 25 de octubre de 2011
DOS DÍAS EN SEVILLA
Apenas dos días no dan para conocer Sevilla ni muchísimo menos, pero si dan para paladear un poco su gracia, su arte y su sal. Hemos intentado ver todo lo que mi maltrecha rodilla nos ha permitido y yo, por lo menos, me he vuelto con un regusto a elegancia y donaire que esperaba pero aún así, me ha impactado.
A pesar de estar lleno de turistas, en ningún momento he tenido la sensación de agobio que he experimentado en otras partes. He estado en sitios, sin cruzar la frontera, en los que el dueño del bar de turno no me entendía lo que le pedía porque no hablaba castellano. Sin comentarios. En Sevilla, los visitantes pasean como con respeto, con calma. Sacan fotos y compran pijotadas, como en todas partes, pero no he visto empujones, borracheras ni malos modos en ningún momento. Bueno, para ser exacta diré, sacamos fotos y compramos pijotadas.
La parte monumental sevillana es maravillosa, pero también lo son tantas y tantas en otras ciudades españolas. Tiene su casco antiguo con ése laberinto de calles que sólo ellos deben dominar, ésos rebollos del suelo que al final del día acaban por ser una tortura, ésos colores blanco y ocre tan característicos de las fachadas. Algunas casas incluso dejan sus puertas abiertas para que los paseantes disfruten de los increíbles patios sevillanos, si le echas un poco de valor y te asomas a su interior.
Pero a mi los que me han conquistado han sido los sevillanos. Ni un mal gesto, ni una mala cara. Al contrario, se me han cumplido todos los tópicos y he oído :"Ohú!", "Mi arma!", "Quillo" e incluso "Ea" en diversas situaciones a distintas personas con toda la naturalidad del mundo y no se ha dirigido nadie a nosotras sin una sonrisa puesta.
En lo personal, dos días para nuestras charlas sin preocuparnos de nada donde hemos tenido tiempo para partirnos de risa y también para soltar alguna lágrima. Pero no diré ni dónde ni por qué , que ésas son cosas nuestras.
En resumen, Sevilla bien vale un viaje pero no de un fin de semana sino de más días para poder saborearla despacito, con paso suave, como caminan los sevillanos.
A pesar de estar lleno de turistas, en ningún momento he tenido la sensación de agobio que he experimentado en otras partes. He estado en sitios, sin cruzar la frontera, en los que el dueño del bar de turno no me entendía lo que le pedía porque no hablaba castellano. Sin comentarios. En Sevilla, los visitantes pasean como con respeto, con calma. Sacan fotos y compran pijotadas, como en todas partes, pero no he visto empujones, borracheras ni malos modos en ningún momento. Bueno, para ser exacta diré, sacamos fotos y compramos pijotadas.
La parte monumental sevillana es maravillosa, pero también lo son tantas y tantas en otras ciudades españolas. Tiene su casco antiguo con ése laberinto de calles que sólo ellos deben dominar, ésos rebollos del suelo que al final del día acaban por ser una tortura, ésos colores blanco y ocre tan característicos de las fachadas. Algunas casas incluso dejan sus puertas abiertas para que los paseantes disfruten de los increíbles patios sevillanos, si le echas un poco de valor y te asomas a su interior.
Pero a mi los que me han conquistado han sido los sevillanos. Ni un mal gesto, ni una mala cara. Al contrario, se me han cumplido todos los tópicos y he oído :"Ohú!", "Mi arma!", "Quillo" e incluso "Ea" en diversas situaciones a distintas personas con toda la naturalidad del mundo y no se ha dirigido nadie a nosotras sin una sonrisa puesta.
En lo personal, dos días para nuestras charlas sin preocuparnos de nada donde hemos tenido tiempo para partirnos de risa y también para soltar alguna lágrima. Pero no diré ni dónde ni por qué , que ésas son cosas nuestras.
En resumen, Sevilla bien vale un viaje pero no de un fin de semana sino de más días para poder saborearla despacito, con paso suave, como caminan los sevillanos.
martes, 11 de octubre de 2011
¡NACHO VUELVE A CASA!
Estaba tan contenta que no acertaba ni a sujetarse bien el pelo con el gancho negro con piedrecitas brillantes que tanto le gustaba a Nacho, su hijo. Se estaba recogiendo el pelo con todo el esmero del que era capaz delante del espejo del cuarto de baño porque quería estar lo más guapa posible. Hoy iba a ver a su niño del alma después de mucho tiempo y quería que le encontrase guapísima. Cuando ya le pareció que el pelo estaba perfecto , con unos pequeños mechones rubios colgándole a ambos lados de la cara, se dió por satisfecha y se puso a buscar una barra de labios en el cajón donde guardaba las pocas cosas que usaba para maquillarse . Se pondría un poco de color en los labios. Lo suficiente para salir a comer con Nacho y que éste se sintiera orgulloso de su madre pero sin resultar demasiado llamativa. Nunca le había gustado pintarse como algunas que parecían payasos, según solía decir ella. Unas gotas del perfume que llevaba usando desde los veinte años y lista. Se echó un último vistazo, dió unos pasos hacia atrás, y sonriendo, salió del cuarto de baño.
El baño se encontraba al final del pasillo por lo que segun caminaba, fué haciendo una inspección de última hora. Quería dejar todo en condiciones. A ella nunca le había gustado que le pillaran con las camas sin hacer o algun plato sin fregar. Era muy perfeccionista y todo tenía que estar impoluto cuando Nacho viniera a buscarla. Por Dios, después de tanto tiempo, el chico bien se merecía que su madre le tuviera las cosas cómo él estaba acostumbrado ¿no?. La habitación de Nacho estaba exactamente igual a como él la dejó antes de irse. Claro que ella le había recogido alguna cosilla que el pobre se había olvidado tirada por el suelo, algún calcetín y algun cd pero poco más. Nacho estaba bien enseñado y solía tener su cuarto bastante bien organizado. Desde que se fué a estudiar, su madre limpiaba el polvo todos los días y de vez en cuando cambiaba la ropa de cama no fuera a presentarse por sopresa y tuvieran olor de no usarse. Ella era asi, muy madre.
Su propio dormitorio estaba tambien listo y recogido, con la cama bien hecha y la colcha granate perfectamente estirada sin la más mínima arruga. En una de las mesitas de noche, una foto de Nacho cuando hizo la comunión vestido de marinerito con la típica cara de angelito y las manos cruzadas sujetando un rosario y el misal. Ana le miro embobada y sonrió. Pensó cuanto se parecía a ella y que poco había sacado de su padre. También pensó que quizá fué como un castigo de la naturaleza a su padre.Ésta, sabia como era, ya sospechaba, antes de que sucediera, que los iba a abandonar antes de que el niño cumpliera el año y no quiso que en el crio quedara rastro de semejante malnacido que nunca más dió señales de vida. Ana tuvo que sacar adelante a su hijo ella sola, sin ayuda de nadie y siempre estuvo muy orgullosa de haberlo logrado. Nacho era un buen chico.
LLegó a la cocina. Impoluta, blanca, sencilla pero limpia hasta casi la desinfección. Ana le gustaba tener todo limpio y ordenado y en su cocina era donde más se esmeraba. Eran cerca de las doce y media y pensaba que Nacho le llevaría por ahi a hacer y ver un montón de cosas.Y seguro que también comían algo pero de todas maneras, con los nervios, se le había abierto el apetito asi que se preparó un té con leche y sacó dos galletas del bote de cerámica decorado con manojos de rosas amarillas y azules donde las guardaba en la encimera. En cuanto llegaba Nacho a casa, lo primero que hacía era entrar a la cocina y abrir el bote para picar unas galletas. Daba igual la hora que fuese, siempre había un hueco en su estómago para unas cuantas. Y como tenía la suerte de no engordar, podía comer y comer sin preocuparse de nada. Otra sonrisa le brotó a Ana en los labios al recordar a Nacho y las galletas. La alegría de su vida , eso era su hijo para ella. No había nada que le hiciera más felíz que su hijo.
Se sentó en la silla de madera junto a la mesa y mientras iba mordisqueando las galletas, repasaba lo que llevaba puesto. El vestido beige de lino recto hasta las rodillas y la rebeca rosa palo que se compró hace dos meses y que apenas había usado. También se había puesto las manoletinas beige de tela de saco tan cómodas que le quedaban muy bien con el conjunto. Ana pensó que lo mejor era llevar zapato plano porque seguro que Nacho le llevaría de aqui para allá y no era cuestión de llevar tacones. A él le gustaba mucho pasear y lo mismo se le antojaba tomar algo aquí que de repente quería comer en la otra punta, él era así, Funcionaba mucho por impulsos. En realidad lo de hacer la carrera en otra universidad y trasladarse a vivir a otra ciudad fué algo que decidió a última hora, de repente y Ana siempre pensó , que fue por un impulso. No es que le hiciera mucha gracia la idea pero tampoco pudo hacer mucho al respecto. Nacho se matriculó, consiguió una beca e incluso un piso compartido con lo cual tampoco el tema económico lo pudo usar Ana para frenarle.
Le pareció que estaba bien con lo que llevaba asi que se terminó el té y las galletas, por supuesto fregó la taza y la cucharilla y las guardó en su sitio y después de limpiar y secar todo lo que hubiera podido manchar se dirigió a la sala de estar.
Allí había un sofa de tres plazas donde Nacho se solía tumbar a ver la televisión cuando estaba en casa pero a ella le gustaba más una de las butacas, la que estaba junto a los ventanales bajos porque desde ahi se veía la calle y podía sentarse a leer y cuando se cansaba, sencillamente, mirar a la gente pasar.
En la pared del frente estaba la libreria con el televisor y todos los libros que tanto la madre como el hijo habían ido coleccionando a lo largo de los años. Los había de todos los temas, desde las novelas de misterio, policíacas e históricas que le gustaban a ella a las de ciencia ficción, aventuras o de viajes que le gustaban a él. Aún estaban los que Ana le leía de pequeño. Ninguno de los dos había querido deshacerse de ellos.
Ana se sentó en su butazón favorito sonriendo y pensando que ya no podía tardar mucho. No tardaría en volver a ver a Nacho. ¡Por fin! Después de tanto tiempo. Todavía recordaba cuando se marchó y ella le despidió con la mano desde esa misma ventana. Montándose en el coche y guiñándole un ojo como solía hacer siempre porque sabía que a su madre le encantaba. Y haciéndole el gesto con la mano de que luego la llamaría. Ana se acomodó en el respaldo y puso a mirar hacía la calle. Desde ahi se veía perfectamente la entrada de la calle asi que vería el coche enseguida y bajaría al portal. ¡Que ganas tenìa!
Estaba tranquila y relajada cuando el primer flash le sacudió el cerebro pero ella no se movió. "EL TELEFONO ESTÁ SONANDO...VOY...". Tenía los dos brazos apoyados en el regazo encima de unas toallas gruesas que ella misma había dejado preparadas en la butaca antes. Había que manchar lo menos posible. Con la cuchilla que había dejado sobre las toallas, se cortó las venas de manera limpia y profunda. Flash. "¿ANA GUTIERREZ?...¿ ES USTED?". Era la humedad caliente de la sangre que se le escapa del cuerpo la que le estaba trayendo ésos flashes de memoria.¡ Flash! "... LLAMAMOS DEL HOSPITAL..." ¡Flash! "...SU HIJO HA TENIDO...ACCIDENTE..." ¡Flash! "...MUERTO..." ¡Flash!
La sangre seguía fluyendo lentamente de las muñecas de Ana pero ella estaba sonriendo con la mirada puesta en la calle porque sabía que su hijo venía por fin a buscarla. Había pasado demasiado tiempo. Habían pasado ocho meses desde que se fue y ya tocaba que se reunieran otra vez madre e hijo. Los hijos pueden pasar más tiempo sin las madres pero a una madre, ¡ay, cómo le cuesta a una madre estar sin su hijo! Así que Ana estaba segura de que Nacho no se iba a enfadar cuando le avisaran en la facultad de allí arriba de que tenía que salir un momento a recoger a su madre que había venido de visita.Bueno, en realidad no iba de visita sino para quedarse y, aunque tal vez al principio Nacho se enfadase un poco, seguro que acabaría por entenderlo. La de sitios a los que le iba a llevar su niño. Además Ana estaba convencida de que el pobrecito no estaría comiendo bien y algún mimo que otro tampoco le vendría mal.
Ya quedaba poca sangre dentro de Ana, Nacho se estába acercando. Ana podía sentirle, El corazón le latía cada vez más despacio y justo cuando se iba a parar Ana sonrió porque había oído:
--Hola mamá, ya estoy aqui.
El baño se encontraba al final del pasillo por lo que segun caminaba, fué haciendo una inspección de última hora. Quería dejar todo en condiciones. A ella nunca le había gustado que le pillaran con las camas sin hacer o algun plato sin fregar. Era muy perfeccionista y todo tenía que estar impoluto cuando Nacho viniera a buscarla. Por Dios, después de tanto tiempo, el chico bien se merecía que su madre le tuviera las cosas cómo él estaba acostumbrado ¿no?. La habitación de Nacho estaba exactamente igual a como él la dejó antes de irse. Claro que ella le había recogido alguna cosilla que el pobre se había olvidado tirada por el suelo, algún calcetín y algun cd pero poco más. Nacho estaba bien enseñado y solía tener su cuarto bastante bien organizado. Desde que se fué a estudiar, su madre limpiaba el polvo todos los días y de vez en cuando cambiaba la ropa de cama no fuera a presentarse por sopresa y tuvieran olor de no usarse. Ella era asi, muy madre.
Su propio dormitorio estaba tambien listo y recogido, con la cama bien hecha y la colcha granate perfectamente estirada sin la más mínima arruga. En una de las mesitas de noche, una foto de Nacho cuando hizo la comunión vestido de marinerito con la típica cara de angelito y las manos cruzadas sujetando un rosario y el misal. Ana le miro embobada y sonrió. Pensó cuanto se parecía a ella y que poco había sacado de su padre. También pensó que quizá fué como un castigo de la naturaleza a su padre.Ésta, sabia como era, ya sospechaba, antes de que sucediera, que los iba a abandonar antes de que el niño cumpliera el año y no quiso que en el crio quedara rastro de semejante malnacido que nunca más dió señales de vida. Ana tuvo que sacar adelante a su hijo ella sola, sin ayuda de nadie y siempre estuvo muy orgullosa de haberlo logrado. Nacho era un buen chico.
LLegó a la cocina. Impoluta, blanca, sencilla pero limpia hasta casi la desinfección. Ana le gustaba tener todo limpio y ordenado y en su cocina era donde más se esmeraba. Eran cerca de las doce y media y pensaba que Nacho le llevaría por ahi a hacer y ver un montón de cosas.Y seguro que también comían algo pero de todas maneras, con los nervios, se le había abierto el apetito asi que se preparó un té con leche y sacó dos galletas del bote de cerámica decorado con manojos de rosas amarillas y azules donde las guardaba en la encimera. En cuanto llegaba Nacho a casa, lo primero que hacía era entrar a la cocina y abrir el bote para picar unas galletas. Daba igual la hora que fuese, siempre había un hueco en su estómago para unas cuantas. Y como tenía la suerte de no engordar, podía comer y comer sin preocuparse de nada. Otra sonrisa le brotó a Ana en los labios al recordar a Nacho y las galletas. La alegría de su vida , eso era su hijo para ella. No había nada que le hiciera más felíz que su hijo.
Se sentó en la silla de madera junto a la mesa y mientras iba mordisqueando las galletas, repasaba lo que llevaba puesto. El vestido beige de lino recto hasta las rodillas y la rebeca rosa palo que se compró hace dos meses y que apenas había usado. También se había puesto las manoletinas beige de tela de saco tan cómodas que le quedaban muy bien con el conjunto. Ana pensó que lo mejor era llevar zapato plano porque seguro que Nacho le llevaría de aqui para allá y no era cuestión de llevar tacones. A él le gustaba mucho pasear y lo mismo se le antojaba tomar algo aquí que de repente quería comer en la otra punta, él era así, Funcionaba mucho por impulsos. En realidad lo de hacer la carrera en otra universidad y trasladarse a vivir a otra ciudad fué algo que decidió a última hora, de repente y Ana siempre pensó , que fue por un impulso. No es que le hiciera mucha gracia la idea pero tampoco pudo hacer mucho al respecto. Nacho se matriculó, consiguió una beca e incluso un piso compartido con lo cual tampoco el tema económico lo pudo usar Ana para frenarle.
Le pareció que estaba bien con lo que llevaba asi que se terminó el té y las galletas, por supuesto fregó la taza y la cucharilla y las guardó en su sitio y después de limpiar y secar todo lo que hubiera podido manchar se dirigió a la sala de estar.
Allí había un sofa de tres plazas donde Nacho se solía tumbar a ver la televisión cuando estaba en casa pero a ella le gustaba más una de las butacas, la que estaba junto a los ventanales bajos porque desde ahi se veía la calle y podía sentarse a leer y cuando se cansaba, sencillamente, mirar a la gente pasar.
En la pared del frente estaba la libreria con el televisor y todos los libros que tanto la madre como el hijo habían ido coleccionando a lo largo de los años. Los había de todos los temas, desde las novelas de misterio, policíacas e históricas que le gustaban a ella a las de ciencia ficción, aventuras o de viajes que le gustaban a él. Aún estaban los que Ana le leía de pequeño. Ninguno de los dos había querido deshacerse de ellos.
Ana se sentó en su butazón favorito sonriendo y pensando que ya no podía tardar mucho. No tardaría en volver a ver a Nacho. ¡Por fin! Después de tanto tiempo. Todavía recordaba cuando se marchó y ella le despidió con la mano desde esa misma ventana. Montándose en el coche y guiñándole un ojo como solía hacer siempre porque sabía que a su madre le encantaba. Y haciéndole el gesto con la mano de que luego la llamaría. Ana se acomodó en el respaldo y puso a mirar hacía la calle. Desde ahi se veía perfectamente la entrada de la calle asi que vería el coche enseguida y bajaría al portal. ¡Que ganas tenìa!
Estaba tranquila y relajada cuando el primer flash le sacudió el cerebro pero ella no se movió. "EL TELEFONO ESTÁ SONANDO...VOY...". Tenía los dos brazos apoyados en el regazo encima de unas toallas gruesas que ella misma había dejado preparadas en la butaca antes. Había que manchar lo menos posible. Con la cuchilla que había dejado sobre las toallas, se cortó las venas de manera limpia y profunda. Flash. "¿ANA GUTIERREZ?...¿ ES USTED?". Era la humedad caliente de la sangre que se le escapa del cuerpo la que le estaba trayendo ésos flashes de memoria.¡ Flash! "... LLAMAMOS DEL HOSPITAL..." ¡Flash! "...SU HIJO HA TENIDO...ACCIDENTE..." ¡Flash! "...MUERTO..." ¡Flash!
La sangre seguía fluyendo lentamente de las muñecas de Ana pero ella estaba sonriendo con la mirada puesta en la calle porque sabía que su hijo venía por fin a buscarla. Había pasado demasiado tiempo. Habían pasado ocho meses desde que se fue y ya tocaba que se reunieran otra vez madre e hijo. Los hijos pueden pasar más tiempo sin las madres pero a una madre, ¡ay, cómo le cuesta a una madre estar sin su hijo! Así que Ana estaba segura de que Nacho no se iba a enfadar cuando le avisaran en la facultad de allí arriba de que tenía que salir un momento a recoger a su madre que había venido de visita.Bueno, en realidad no iba de visita sino para quedarse y, aunque tal vez al principio Nacho se enfadase un poco, seguro que acabaría por entenderlo. La de sitios a los que le iba a llevar su niño. Además Ana estaba convencida de que el pobrecito no estaría comiendo bien y algún mimo que otro tampoco le vendría mal.
Ya quedaba poca sangre dentro de Ana, Nacho se estába acercando. Ana podía sentirle, El corazón le latía cada vez más despacio y justo cuando se iba a parar Ana sonrió porque había oído:
--Hola mamá, ya estoy aqui.
jueves, 6 de octubre de 2011
¿ESTAMOS EN VEROÑO O EN OTORANO?
Pues estamos en ése periodo de tiempo que transcurre entre que termina el buen tiempo y empieza el malo y nos tiene más despistados que un perro de caza en una reunión de vendedoras de Avón. Son ésos días en que, en venticuatro horas pasas de sudar a sentir fresco varias veces y la Couldina o Frenadol o lo que sea que usemos para combatir los resfriados, se convierten en el cóctel imprescindible cada ocho horas.
Hoy he vuelto a ver la estampa que, no por vista todos los años, deja de parecerme curiosa. En el mismo andén del metro, a poca distancia, esperaban la llegada de los vagones dos mujeres. Una llevaba camiseta rosa de manga corta, falda vaquera hasta las rodillas y bailarinas. La otra, pantalón beige, camisa blanca de manga larga, chaqueta camel con cinturón, no sabría decir de que tejido pero era gordito y zapatos marrones, cerraditos, ya de entretiempo, que decía mi abuela. Osea, una de pleno verano, la otra bastante más abrigada. Demasiado, diría yo. Como dato añadido diré que yo he salido de casa con sol y he llegado remojada como un pollo.
Y es que estamos en ése momento en que algunas no quieren renunciar al buen tiempo y prefieren arriesgar un poco, salir de casa con la ropa de verano y pasar un poco de fresco si se tuercen las cosas y otras, que están hartas del sol, de ésa bofetada de calor que sientes en la cara cuando sales del portal en los días en que Lorenzo se aplica a fondo y necesitan un poquito de frescura . O simplemente se han comprado algún modelito nuevo para la temporada y no pueden esperar a ponérselo.
Lo que me pasa a mi es que por una parte, estoy cansada del calor, la verdad. Pero también es cierto que cuando te despiertas y ves un día claro y luminoso, te apetece hacer más cosas, ir a más sitios. No se, tienes más energía. Abres las ventanas, dejas que entre la luz y el frescor de la mañana muy, muy temprano, es una sensación maravillosa.
Por otro lado, los días de invierno tienen mucho encanto. ¿Hay algo más agradable que estar sentado en un butacón tapada con una manta suave, leyendo un libro o viendo una peli, con un cafecito o con unas pipas o lo que mas nos guste? Y si encima fuera está cayendo la mundial y puedes oír la lluvia golpeando los cristales, éso ya es el paraíso. (No voy a comentar cuando hay que salir a trabajar a las siete de la mañana y hace un día de perros porque me cargo la escena anterior.)
martes, 4 de octubre de 2011
LA SGAE
No se si alguien vio el reportaje sobre la Sgae que emitieron en A3 el
viernes pasado. Yo si y todavía estoy flipando. No me voy a extender mucho pero
si voy a comentar un par de cosillas.
Por ejemplo, dieron un dato que me puso los pelos de punta. La sociedad
recauda SOLO de los bares, dieciséis millones de euros al mes. !16.000.000
millones¡ ¡al mes! y ¡y sólo de los bares! No quiero ni pensar lo que pueden
recaudar en TOTAL y no me extraña que semejantes cantidades de dinero, en manos
de gentuza como la que queda reflejada en el reportaje con sus manos derechas, esposas,cuñadas y demás, den para montar
sociedades paralelas, comprar pisos, etc... ¿Cuanto de todo ese pastizal se llevan realmente los autores?
La cara de Caco Senante era un poema, o es tonto o se lo hace muy bien.
Yo creo que lo segundo. Mikel Erentzun, Victor Manuel y RamoncÍn, todos
miembros de la directiva, bueno Ramoncín ya no, reconocían que las firmas que
aparecían en las actas de las juntas con los resultados de las cuentas no eran
suyas sino falsificadas. Pero eso si,
Victor Manuel ponía el énfasis, en que la policía entró de malas maneras en la
sede el día del registro, queriéndo incluso saltar la verja. Hay que mantener el
estilo.
Incluso pudimos ver cómo Camilo Sexto acusó a Teddy Bautista en directo
en un evento de robarle y quedarse con los derechos de autor de Jesucristo
Superstar. ¡Con un par! Menudo entramado
de sociedades tenía montado el tipo.! Un fenomeno¡ Hay que reconocersélo y
como nos cantaba él con Los Canarios
hace mas años que la Parrala, ponernos de rodillas (Get on your knees) :-)
Se va a poner de rodillas Rita la Cantaora,no te j..., bueno y que no cante nada la pobre, porque seguro que la cobran derechos de autor y se los quedan los de siempre.
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