Si por algo me da pena que se acabe ésta legislatura es porque no se
haya terminado y aprobado la Ley de Muerte Digna. Si nada podemos decir cuando
venimos a éste mundo, creo que tenemos todo el derecho de decidir, dentro de lo
razonable, cómo y en qué momento nos queremos ir de él.
No estoy diciendo que yo me voy a presentar ahora mismo en un hospital
cualquiera y porque yo se lo pida, un médico me va a poner una inyección letal
para matarme. No es de eso de lo que estoy hablando porque no tengo una
enfermedad terminal que me provoca dolores insoportables y sé que me voy a
morir de todas maneras. Ni degenerativa que me incapacita para manejarme por mi
misma y dependo para todo de otras personas y eso me afecta tanto que soy
profundamente infeliz.
Pero si ésos fueran los casos, yo creo firmemente que todos debiéramos
tener el derecho de, si estamos en plenas facultades mentales, poder solicitar
y que se nos conceda, que nos faciliten la medicación necesaria para poder
descansar e irnos en paz, sin que la persona
o personas que nos ayuden, sufran ningún tipo de consecuencia legal.
De la misma manera, si ya no tenemos nuestras facultades mentales
intactas pero nuestra familia sabe de nuestros deseos, la mía lo sabe, pueda
pedir lo mismo sin que por ello se le acuse de nada tampoco, ni a ellos ni a
los actores del hecho en sí.
Y sobre la voluntad del enfermo, nada tiene que opinar la iglesia porque
ellos se deben de ocupar de los creyentes que acudan a sus iglesias y así lo
soliciten y a los demás, que les respeten. Y si algún médico alega objeción de
conciencia es perfectamente respetable, que lo haga otro que se preste voluntario.
El respeto es fundamental en ésta vida y si a nadie se le obligaría a
poner fin a su vida sin quererlo ¿Por qué no respetar al que no puede ni quiere
sufrir más inútilmente? A las personas incapacitadas pero felices, toda la
ayuda y apoyo que necesiten para vivir plenamente, pero a las que sean
profundamente desgraciadas, no se les puede obligar a vivir con ésa condena ni
por las leyes ni por las creencias de nadie. No es justo.
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