viernes, 23 de septiembre de 2011

DEPENDIENTES MISSING


Grandes y famosos almacenes. 14.45 p.m. Planta tercera. Estanterías repletas de prendas impecablemente colocadas. Percheros , también llamados burros, llenos de pantalones, camisas, náuticas y diversos tipos de ropas colgadas y ordenadas por tallas. Mesas con jerséis doblados milimétricamente del mismo modelo en distintos colores. Caminos relucientes para pasear y escoger tus compras. Vaaaale, estamos en El Corte Inglés, listos, que sois unos listos
Como decía, todo correcto pero ni rastro de vida humana. Pareciera que un japonés loco, en un ataque de ésos que les dan a ellos de tanto stress que tienen , tal vez un hikikomori al que le ha dado el punto y ha salido de su encierro para liarla por ahí ¿Que no sabéis lo que es un hikikomori? pues ale, a google, pedazo vagos!

  A lo que iba, pues eso, que parece que al japonesito le hubiera dado por meterse por los conductos del aire acondicionado, y soltar una de gas sarín, como el calvo de Navidad nos sopla la brillantina en el anuncio de la Once, y ha dejado a todo el personal del Corte desintegrado. Nadie por aquí, nadie por allá.
--Pues déjalo que me duelen los pies y quiero ir a casa que dan la Vuelta . ¡ Joer con ésta gente!--
Me dice mi marido. Acabábamos de comer y le apetecía mirar ropa como que le dieran una patada en los riñones.

--Que no hombre, vamos a buscar que tienen que estar por aquí...-- Le contesto yo. Y avanzo decidida a encontrar algún esquivo dependiente.

Se suelen esconder solos o por parejas tras una columna, o junto a una caja registradora, hablando bajito para no llamar la atención.  Si les ves y cruzas miradas, la retiran rápidamente, con la esperanza de que no te dirijas a ellos. Pero ¡aja! Allí estaban, apoyados los codos sobre el mostrador por lo que sus cabezas no sobresalían y se hacía difícil verles. ¡Buen truco!
--Perdone, ¿ Me puede atender?-- Me dirigí a uno de ellos. El otro bajó la mirada bendiciendo su buena suerte por no haber sido el elegido.

--Sí, dígame.--Me contestó y se colocó a sí mismo en modo “atender cliente”. Antes estaba en “stand by”
--Estoy buscando bermudas de caballero- -Pregunto con cara de estar muy perdida y necesitar mucha, mucha ayuda.

--Ah, estupendo, mi compañera le ayudará porque las bermudas no están en mi sección-- Responde el tipo con alivio. Y se dispone a buscar a una compañera unos metros más allá, estirando el cuello como un lemúr oteando el horizonte. Al instante le localiza, ¿De dónde ha salido élla? ¿Ein? ¿Estaba camuflada entre dos maniquíes? ¡ Vete a saber!
--¿Qué quería?- Me pregunta la señorita y termina ahí aunque hubiera seguido -… aparte de tocarme las narices a estas horas?

--Pues verá, quería unas bermudas para mi marido pero que tengan un poco de goma por detrás para que se ajusten mejor-- Y vuelvo a poner cara de ser incapaz de mirar entre las bermudas expuestas por mí misma en mi misma mismidad.
--Uy, pues con goma éste año no ha venido ninguna, ninguna, ninguna. ¿ Por qué no prueba en la planta joven?--Me responde con alivio porque ya se ha quitado el marrón de encima y puede volver a mimetizarse con los maniquíes a ésas horas en que la gente normal está sesteando y no tocando las narices como nosotros.

A estas alturas, mi marido tenía la cabeza más puesta en la etapa de la Vuelta y en cómo irían Cobo y Antón que en las benditas bermudas así que...
--Vale pues muchas gracias, adiós--Le dije y nos dirigimos hacia las escaleras mecánicas.

--Adiós, buenas tardes-- Respondió ella, se giró y desapareció tras los vaqueros pitillo. Copperfield y Houdini, dos aficionados al lado de éstos cuando quieren.
A éstas alturas, el primer dependiente había vuelto su puesto vigía desde donde, en posición de espera, dejaba pasar el rato.

--Ala! Vamos a casa que paso de las bermudas y tengo unas ganas de llegar a casa y pillar el sofá...-- Iba diciendo mi contrario.
--Pues anda que yo! Con lo que me duele la rodilla. ¿Oye éstos van a comisión además del sueldo fijo? -- Y salimos dirección al sofá a echar la siesta porque a ésas horas, es lo que hay que hacer hombre!

Quede claro que cualquier generalización es injusta. En todas partes hay de todo, como en botica.






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